Un día iba conduciendo por la ciudad charlando con una amiga que iba sentada a mi lado y al parar en un semáforo fue como si el tiempo se ralentizara. Ocurrió que una persona invidente con su perro guía, cruzó el semáforo. Yo mientras charlaba con ella, lo miraba pasar y justo cuando pasaron por delante de mí, el perro se detuvo y me miró. Aquella mirada duró unos segundos y continuó.
En aquel momento extraño, penetró en mi mente a través de su mirada un pensamiento, el descubrimiento de algo que nunca habría pensado si no se hubiera parado el tiempo ante mí. A veces, se obtiene la sabiduría de lo más insignificante y a su vez más visible, y que normalmente estamos acostumbrados a ver. Y yo tengo bastante facilidad para ello, entro en un estado de atemporalidad en el que puedo acceder a ciertas fuentes de conocimiento.
Todo ser invidente, ha venido a esta vida a realizar un trabajo consigo mismo muy importante (entre otros). Y este es “la confianza”. No sé si el lector alguna vez se habrá puesto en manos de alguien con los ojos cerrados y aceptando su guía, y menos con un perro. Deberíamos practicarlo todos alguna vez. El invidente realiza un acto pleno de confianza desde el primer momento en el que se pone en acción y lo vive a lo largo de su vida. Y esto le ayuda a desarrollar otras habilidades y fortalezas.
“Como es nuestra confianza, es nuestra capacidad”
William Hazlitt
Por esto que precisamente dice la frase anterior, es importante ponernos en esa posición de confianza absoluta y aprender todo lo que esta experiencia dice de nosotros como una oportunidad de crecimiento.
Realmente todo es como debe ser. Esto es la confianza. Porque la confianza en la vida se consigue cuando uno se siente en paz con todo.
Cuando voy por la autovía conduciendo, lo hago como si de un videojuego se tratara y esto me ayuda a estar alerta. Es decir, espero que de cualquier lado me pueda venir algo, como un camión que se me echa encima o un coche que me sale por sorpresa. Esto es generar en nosotros la desconfianza, como el previo aviso de que en cualquier momento puede pasar algo y es más, lo esperas. Efectivamente podría ser así.
Sin embargo, algo me ha hecho cambiar internamente desde hace algún tiempo y dejar salir de mí la sensación, la energía que tiene la fuerza para influir positivamente en lo que ocurre a mi alrededor. Ya que realmente conducir un coche es todo un acto de confianza, quizá uno de los más grandes actos de confianza con el que a diario nos encontramos.
Confiamos inocentemente a cada momento que el camión no va a invadirnos, o que la moto no se va a cruzar, o que un coche no nos va a adelantar por la derecha, o que otros conductores no van drogados o bebidos de más. Confiar que todo va a ir bien. En realidad, la confianza no anula el estado de alerta. Quizá la clave es hacer el cambio. ¿Qué quiero decir con esto? Que la confianza debe ser nuestro estado interno.
Cuando nuestro estado de alerta generalmente se enfoca desde lo interno no puede haber confianza, solo tensión en nuestros brazos y una energía en nosotros que puede proyectar cualquier reacción para bien o para mal. Sin embargo, cuando el estado interno es de confianza y la alerta está solo en nuestra atención plena hacia lo externo, se consigue el control absoluto y la energía que proyectamos es influyente positivamente. Es difícil, pero no imposible, ya que yo he logrado hacerlo.
Y este estado de confianza interna y atención plena nos sirve también a nivel personal para fomentar nuestra autoestima y sentirnos más seguros. Con lo cual es un refuerzo para nuestro ser y nuestro estar. Y según sentimos internamente, según proyectamos y nos amamos a nosotros mismos, así nos enfrentamos a los retos y superamos adversidades.
“La confianza en sí mismo es el requisito para las grandes conquistas”
Ben Jonson