Es difícil estar sereno ante la muerte, pues aunque uno tenga fe y tenga el conocimiento de lo que después hay, no se puede evitar el tener algo de miedo cuando se enfrenta uno a ella, cuando está cerca, muy cerca.
He seguido el proceso de la muerte con muchas personas, quizá porque el Universo me ha puesto ahí para hacer ese acompañamiento. Y siempre el miedo es un factor determinante, pero en contraposición está también la fuerza que sale de dentro y que traspasa toda barrera.
Al principio me resistí a estar ahí, al lado de personas en esta fase terminal, a tener que exponerme ante algunos amigos que se estaban enfrentando a estos hechos, a que me hicieran preguntas y yo no saber qué hacer o qué contestar y tan solo hacerles preguntas que les hicieran reflexionar y llevarles a un estado de conciencia pura y transparente. Porque ellos la necesitan, pero la necesitan de ellos mismos para poder marcharse en paz consigo mismos y con el mundo.
Hace unos años, las circunstancias en mi vida me encaminaron a enfrentarme con este hecho: aceptar que una de mis tareas en esta vida era dar la mano a todo aquel que tenga ante mi y curioso que aparecieran ante mi personas que de alguna manera tenían que enfrentarse ante la muerte y llevarlo dignamente y darle el conocimiento necesario para hacer la mudanza al otro lado con serenidad y amor.
Ayudar a las personas y familiares implicados también a aceptar que la muerte no es un final, sino tan solo un “hasta luego, pronto nos vemos”. Esto es lo que me da más tranquilidad.
No me fue fácil asumir este reto, pues los primeros pasos fueron con amigos y familiares a los que quería profundamente y también fue duro para mi.
Pero dentro de cada uno las cosas se viven de difentes maneras. Y los procesos de coaching en el final de esta vida tienen las mismas claves, herramientas y las mismas fases. También hay que realizar un plan de acción y marcar unos objetivos. Solo esto hará que al final del proceso, como bien sabemos, el cliente se sienta satisfecho, aunque sea para moir.
La experiencia me ha hecho encontrarme con algunos que no quieren ver, otros estan viendo lo que se viene encima y sufren y se paralizan. Otros prefieren exigir más a la vida a última hora… El caso es que siempre me veo ahí, en ese momento justo, sabiendo qué debo hacer y cómo debo hacerlo… sabiendo qué palabras y pensamientos debo poner en reflexión para las personas que tengo ante mi… escuchando tantas cosas que necesitan comunicar…
Anoche hablaba con una joven, que se rinde ante la vida, que no quiere vivir… se está debatiendo ante la vida y la muerte… y en el fondo no sabe ni por qué, solo que no quiere vivir. Su cuerpo está afectado gravemente por pensamientos erróneos. La vida es demasiado para ella, tiene demasiado peso. Realmente ha llegado a un estado de deterioro no solo físico, sino mental, que no hay sentimiento por donde lanzarle el anzuelo para recatarla de donde se ha perdido. Hay gente que muere así, queriendo morir y poco le importa si después hay vida o no. Es una triste realidad, pero nosotros escogemos a cada momento, a cada paso lo que queremos tanto durante la vida como ante la muerte. Lo importante, la dignidad contemplada. La dignidad es una cualidad humana que depende de la racionalidad. Sólo los seres humanos están capacitados para mejorar su vida a partir del libre albedrío y el ejercicio de la libertad individual. En este sentido, la dignidad está vinculada a la autonomía y la autosuficiencia del hombre que se gobierna a si mismo con rectitud y honradez. Por ello, si una persona se ve despojada de este derecho a escoger morir, en este caso, su dignidad ha sido ultrajada, no por voluntad de la persona, sino porque no puede ejercer su libertad, ya que la dignidad implica RESPETO. ¡Ojo!… Mucho respeto, demasiado peso.
Hace tiempo tuve un caso de un señor, padre y esposo que murió. La mujer y la hija, llevaban tiempo sabiendo que la vida de un ser querido se acababa y se sentían tristes e impotentes, intentando alargarle la vida de alguna manera. Después, cuando veían el deterioro lento, asumieron que debían hacer todo lo posible porque él fuera aceptando este hecho. Pero él tenía miedo, mucho miedo. Era un buen hombre, yo diría que un santo y por supuesto esto no le quitaba el miedo a encontrarse con este hecho y especialmente cuestionándose la fe. Sii… así es… la fe puede estar muy firme en uno, pero ante una circunstancia así, y cuando tienes la certeza que te llega el momento, no puedes evitar sentir miedo a lo desconocido, y a dudar que eso sea el final. Tanto se arraiga uno a la vida, a las cosas de este mundo, que no se quiere perder nada, especialmente el amor de las personas que te importan.
Tuvimos un largo rato de charla y todas las palabras, cuanto hablamos una noche, les sirvió a esta familia, para que este hombre tuviera una muerte digna, sin miedos, con fe y seguridad de lo que se iba a encontrar y esperanza, mucha esperanza. Cogido de la mano de las dos mujeres de su vida. Se fue con amor y eso hizo que ellas estuvieran serenas ante ese momento, que estuvieran a pesar del dolor por la separación, a su lado despidiendolo con amor. Esto fue para muchos un gran ejemplo de entereza, pero especialmente un testimonio de gran amor y esperanza.
La mejor manera de honrar a un ser querido que está en el otro lado, de honrar ese amor que os une todavía desde muy adentro, es que descubras para qué has venido a esta vida, cuál es tu propósito en la vida y llevarlo a cabo con sentida plenitud.
No hay mayor amor que morir y seguir amando. No hay mayor amor que partir dejando atrás al ser amado y tenderle una mano. No hay mayor amor que vivir plenamente habiendo partirdo el ser amado y sentir su presencia impregnada en nosotros, llena de recuerdos, sonrisas, incluso de palabras y mensajes, de caricias y acompañamiento.
Porque la muerte no es un final, es un cambio, una transformación: UNA MUDANZA.
Ahhhh…si hubiera conexión a internet en esa dimensión llamada cielo, estaríamos mandando actualizaciones de estado por facebook y no sufriríamos tanto por la separación.
Marla Sánchez
Coach Holístico Sistémico
Personal, Educativo y Musical
Capacitación docente en Neurociencias
Inteligencias múltiples
Programa de desarrollo de habilidades especiales
2 respuestas a LA MUERTE: UNA MUDANZA